Manifestaciones contra el gobierno en Kenia dejan más de 22 muertos
Las protestas estallaron por un controvertido plan fiscal que incluye aumentos de impuestos, desatando la ira de la población ante el creciente costo de vida.
El martes marcó un hito en la historia de Kenia cuando, por primera vez, manifestantes irrumpieron en el Parlamento desde la independencia del país en 1963. La protesta, inicialmente pacífica, se volvió violenta cuando la policía comenzó a disparar para dispersar a la multitud, lo que provocó que los manifestantes forzaran los controles de seguridad y saquearan e incendiaran edificios gubernamentales.
La tensión social se debe principalmente a la propuesta de aumento de impuestos incluida en el presupuesto 2024-2025, actualmente en debate. Después de las protestas, las calles amanecieron vigiladas por policías y soldados, mientras los trabajadores municipales comenzaron a limpiar los escombros de los disturbios.
El presidente de Kenia, William Ruto, prometió mano dura contra lo que calificó de actos de traición y anarquía, mientras las protestas del martes dejaron al menos 17 muertos según los informes iniciales, cifra que más tarde la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Kenia (KNHRC) elevó a 22. Entre los fallecidos, 19 eran de Nairobi, y también se registraron más de 300 heridos y más de 50 arrestos. Estos datos reflejan la gravedad de los enfrentamientos y la fuerte respuesta policial.
La activista y periodista Hanifa Adan, figura prominente en las protestas, convocó nuevas manifestaciones pacíficas para el jueves en memoria de las víctimas del martes. Adan hizo un llamado a vestir de blanco en señal de luto y recordó que las protestas continuarán hasta que el gobierno responda a las demandas del pueblo. Mientras tanto, el despliegue del ejército y la retórica dura del presidente Ruto han generado preocupación entre la población, que teme una escalada de la violencia.
Kenia atraviesa un periodo de intensa inestabilidad social y política, exacerbado por la impopularidad de las nuevas reformas fiscales. La fuerte respuesta gubernamental, combinada con la determinación de los manifestantes, sugiere que el conflicto podría prolongarse. Observadores locales e internacionales instan a ambas partes a buscar una solución dialogada para evitar más pérdidas humanas y daños materiales, esperando que el llamado al diálogo prevalezca sobre la confrontación.