G20: Sánchez y el impuesto global a los superricos en España
España refuerza su sintonía con Brasil en una cumbre marcada por la lucha contra la desigualdad y el cambio climático.
Los líderes de las 20 economías más poderosas del mundo se reúnen esta semana en Río de Janeiro, con una agenda que pretende lanzar una alianza global contra el hambre y la pobreza. Aunque el presidente ruso, Vladimir Putin, estará ausente, la cumbre contará con la presencia del jefe del Ejecutivo español, Pedro Sánchez, quien respaldará la propuesta de su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, de gravar a las grandes fortunas. Esta medida, conocida como el impuesto a los superricos, busca movilizar recursos para objetivos de desarrollo sostenible y la lucha contra el cambio climático.
El plan de Lula da Silva está diseñado para alcanzar a personas con patrimonios superiores a los mil millones de dólares, una élite compuesta por unas 3,000 personas en todo el mundo. Según estimaciones del G20, este impuesto podría generar unos 250,000 millones de dólares anuales. España, Francia y Sudáfrica han mostrado su respaldo a la propuesta, mientras que potencias como Estados Unidos y Alemania mantienen su oposición, lo que añade tensión a las negociaciones de la cumbre.
Desde Moncloa justifican el apoyo español a la medida como una extensión de políticas fiscales ya implementadas en el país. En 2023, el Ejecutivo español introdujo el Impuesto Temporal de Solidaridad de las Grandes Fortunas, que recaudó 619 millones de euros al gravar patrimonios netos superiores a tres millones de euros. Sánchez considera que la propuesta de Lula está alineada con la necesidad de buscar nuevas fuentes de financiación para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Además del impuesto a los superricos, el G20 abordará la reducción de las desigualdades y el impulso a iniciativas sostenibles. Se espera que se acuerde un espacio dentro de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), destinado a compartir buenas prácticas y fomentar contribuciones económicas en favor de estos objetivos.
En paralelo, el Gobierno español celebra la inclusión en la declaración final del G20 de una referencia a la Conferencia de Financiación Internacional para el Desarrollo, que se realizará en Sevilla en 2025. Este evento será clave para avanzar en la reforma del sistema financiero internacional.
Mientras tanto, en España, el Congreso de los Diputados vive un tenso debate fiscal. La Comisión de Hacienda se enfrenta a un estancamiento en las negociaciones para reformar el marco tributario, incluyendo la transposición de un impuesto europeo a las multinacionales. Con el bloque de la investidura dividido y posiciones irreconciliables entre partidos de izquierda y fuerzas conservadoras, el Gobierno enfrenta el riesgo de una derrota parlamentaria que complicaría la agenda fiscal de los próximos meses.
La participación de Sánchez en el G20 subraya la importancia de alinear esfuerzos globales y nacionales para combatir la desigualdad y garantizar un desarrollo sostenible. Sin embargo, el éxito de estas iniciativas depende tanto de la cooperación internacional como de la estabilidad política interna. La cumbre de Río de Janeiro no solo marca un hito en la lucha contra el hambre y la pobreza, sino que también evidencia las complejidades de avanzar hacia un consenso global en temas tan cruciales como la justicia fiscal y el cambio climático.