La selva amazónica: pulmón del planeta y santuario de biodiversidad
Un vistazo a la majestuosidad y vitalidad de la mayor selva tropical del mundo
La selva amazónica, una maravilla natural que abarca casi la mitad del territorio de América del Sur, se erige como el hogar del 20 % de la flora y fauna del planeta, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Con una extensión de 6.92 millones de kilómetros cuadrados, la Amazonía representa el 40% del territorio suramericano, siendo tan vasta que, de ser un país independiente, se posicionaría como el séptimo más grande del mundo, según señala un informe del Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático de Brasil.
Esta vastedad forestal se extiende por múltiples países, siendo Brasil el principal custodio con el 60 % de su extensión, de acuerdo con las cifras proporcionadas por las autoridades brasileñas. Sin embargo, la riqueza biológica de la Selva Amazónica también se distribuye en naciones como Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Bolivia, Guyana, Surinam y Guayana Francesa.
Lo que hace que la Amazonía sea verdaderamente excepcional es su papel como el hogar de la mayor biodiversidad entre los bosques tropicales del mundo. Su inmensidad y complejidad propician que, aún en nuestros días, científicos descubran y cataloguen nuevas especies de plantas y animales, tal como confirma el Ministerio de Medio Ambiente de Brasil.
Adicionalmente, el PNUMA destaca que este vasto pulmón verde alberga aproximadamente el 20 % del agua dulce del planeta, contenido en la cuenca amazónica, junto con el 20 % de la flora y fauna existente en el mundo. La importancia de este ecosistema no solo radica en su magnitud, sino también en su papel crucial en la regulación del clima global y su contribución al equilibrio ecológico del planeta.
La selva amazónica, con su exuberancia natural, no solo merece nuestra admiración, sino también una atención responsable y sostenible. La preservación de este tesoro ecológico es una responsabilidad compartida que nos concierne a todos, pues su conservación no solo garantiza la supervivencia de innumerables especies, sino también la salud de nuestro propio planeta.