Un nuevo estudio revela los alcances del Kremlin en América Latina
El Kremlin ha intensificado su presencia en la región, empleando el sector energético y las debilidades institucionales para afianzar sus intereses geopolíticos.
Un análisis presentado por el Centro para el Estudio de la Democracia (CSD) ha sacado a la luz cómo Rusia ha expandido su poder económico y político en América Latina en los últimos años. El informe, titulado "El Alcance Global de Rusia: Manual del Kremlin en América Latina y el Caribe", destaca el enfoque estratégico de Moscú en países como Venezuela, Brasil y Bolivia, utilizando sectores clave como el energético y tecnológico para afianzar sus relaciones. Durante la presentación, expertos debatieron los métodos que Rusia ha empleado para incrementar su influencia y los desafíos que plantea para la estabilidad regional.
Uno de los puntos centrales del informe es el uso del sector energético por parte del Kremlin como un pilar para expandir su influencia en América Latina. Según Germán Rueda Orejarena, coautor del estudio y miembro del programa de Energía y Clima del CSD, Rusia ha aumentado notablemente sus exportaciones de petróleo a la región tras las sanciones impuestas por Occidente debido a la invasión a Ucrania. Actualmente, esas exportaciones alcanzan los 300,330 barriles diarios, representando un 5% del total de ventas de petróleo ruso. Además, la empresa rusa Rosneft juega un papel clave en Venezuela, controlando la exportación de más de 100,000 barriles de petróleo diarios.
Brasil, por su parte, ha emergido como el mayor socio comercial de Rusia en la región, concentrando el 75% del comercio bilateral. La dependencia brasileña de los fertilizantes rusos, que cubren el 40% de su demanda, ha hecho que este país adopte una postura cautelosa frente a las sanciones internacionales contra Moscú.
La influencia rusa no se limita únicamente al sector energético. El informe señala que empresas como Rosatom han desarrollado infraestructura tecnológica en Bolivia, incluyendo una planta de investigación nuclear, y se encuentran explorando sus vastos recursos de litio. Este recurso es crucial para la fabricación de baterías, lo que posiciona a Bolivia como un actor estratégico en el futuro energético mundial.
Por otro lado, la presencia rusa en los centros offshore del Caribe también ha sido clave. Rueda Orejarena explicó cómo empresas rusas registradas en paraísos fiscales como Panamá y las Islas Vírgenes Británicas están ayudando a evadir sanciones internacionales, permitiendo a países como Venezuela continuar con sus exportaciones petroleras.
Otro aspecto relevante del estudio es el uso del soft power ruso para influir en la política y opinión pública de América Latina. A través de medios como Russia Today y Sputnik, Moscú ha impulsado campañas de desinformación y propaganda, utilizando incluso la diplomacia de las vacunas durante la pandemia para ganar simpatías. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, el apoyo hacia Rusia en la región ha disminuido en los últimos años. El informe señala una caída del 15% en la percepción favorable hacia Rusia entre 2015 y 2023.
En países como Argentina, el descenso ha sido aún mayor, con un 22.7% menos de apoyo desde 2018. Incluso en Venezuela, donde la propaganda rusa ha sido más efectiva, la percepción positiva hacia Moscú ha caído por debajo del 40%. Bolivia se destaca como el país con mayor simpatía hacia Rusia, con un 44% de percepción favorable en 2023.
Martin Vladimirov, director del Programa de Energía y Clima del CSD y coautor del informe, explicó que la estrategia de Rusia en América Latina no es aislada, sino parte de un enfoque geopolítico más amplio. Según Vladimirov, Moscú ha explotado las vulnerabilidades institucionales de los países de la región, aprovechando la falta de mecanismos para contrarrestar su influencia.
El académico Vladimir Rouvinski, de la Universidad ICESI en Colombia, comparó la estrategia de Vladimir Putin con las políticas de la antigua Unión Soviética, señalando que Moscú ve a América Latina como una extensión de su competencia global. Esto, añadió, le permite a Rusia operar con amplia libertad, ya que los países latinoamericanos suelen priorizar intereses regionales por sobre los globales.
El informe del CSD advierte que la expansión rusa en América Latina plantea serios desafíos para las democracias de la región. La alianza del Kremlin con regímenes autoritarios como los de Venezuela, Nicaragua y Cuba refuerza su influencia y mina los esfuerzos por fortalecer instituciones democráticas. Miriam Kornblith, directora para América Latina y el Caribe en la Fundación Nacional para la Democracia (NED), calificó este informe como pionero, destacando que es fundamental generar conciencia sobre esta influencia.
Finalmente, Armando Chaguaceda, coordinador de investigación en GAPAC, concluyó que Rusia ya no solo es un actor global, sino que ha consolidado su rol en América Latina, lo que podría comprometer aún más la estabilidad democrática en el continente si no se fortalecen las instituciones locales.